sábado, 24 de noviembre de 2007

Deseo

Deseo que este Juromarem sea mío de una puñetera vez, aunque eso no significa en absoluto renunciar a la innovación poética ... así que esta semana concursaré con otra revolucionaria estrofa:

Cuarteto de tres versos en prosa rimada

Y allá va ...


Húmedo julio, mucho sol en la parcela. Lejos queda el pueblo, cuánto daría por una bola de stracciatela.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Mariposas bajo el estómago

¡¡Cuán dura es la vida de un poeta!!. En cualquier esquina, por cualquier motivo, te asalta la inspiración y te hace escupir versos por doquier. Hoy, quizá porque me estoy enamorando, vino a mi cabeza casi como un rayo este sencillo a la par que brillante y hermoso poema de amor. Ella sabe a quién está dedicado ....

Mariposas bajo el estómago


Vuela, vuela, linda mariposa

Párate en aquella higuera

Allí mora la más hermosa

Flor de esta fría ribera


Quedéme mirándola fijamente

Temblaba como hoja en otoño

Creo que le gusté de frente

¡¡Le sonaban las aletillas del coño!!


Niña hermosa que grandes ojos

Tienes a tus pocos dieciocho

Querría bajarme sin sonrojos

¡¡A comerte , comerte el chocho ¡!

viernes, 16 de noviembre de 2007

Lascivia

Poema ligeramente lascivo

Pues voy a presentaros el poema que sin duda será ganador esta semana en el prestigioso certamen Juromarem. Tengo que advertir que es un poco subidito de tono, pero a la anterior ganadora no se le ocurrió otra cosa que colocar como tema "Lascivia", así que ustedes dirán que hace uno ante ese reto. Que uno no es de piedra, joder. Allá va. Ah, os recuerdo que es un cuarteto, aunque el tema daba para bastante más ...


Me coges en brazos y me derrito

Filo Sofía y Zoo Filia en España

Ahora yo encima, tócame el pito

Reina mía, dame, dame más caña






Mi abogado, después de recibir una comunicación escrita de la Fiscalía General del Estado, me recomienda unas ligeras modificaciones en mi composición artística. Quedaría así:




domingo, 11 de noviembre de 2007

Nadie me comió la oreja como ella

"Declaración de amor" (*)

TÚ LE dabas una caricia

Y ella te devolvía cien

TÚ LE llamabas a tu lado

Y ella venía siempre contenta

TÚ LA ofrecías ir de paseo

Y ella buscaba tu mano

TÚ LA decías un piropo

Y a ella le brillaban los ojos

TÚ LE acercabas tu cara

Y ella te comía la oreja

Como NADIE jamás lo hizo.

martes, 6 de noviembre de 2007

Consejos para un explorador aficionado

Si quieres viajar a un país exótico, lo mejor es preparar un buen equipo en el que incluyas:
Botas de montaña, mochila, saco de dormir, cuchillo de monte, brújula, sistema GPS, impermeable, abrigo, loción antimosquitos, kit de supervivencia, pastillas de sal, gorro salakov, pantalones de repuesto, ropa interior de repuesto, cinco billetes de cien dólares, navaja suiza, pasaporte, visados, ropa de invierno, gafas de sol, crema solar, ruedas de repuesto, parches, teléfono móvil, linterna de día y linterna de noche, esparadrapo, mapas del lugar, zapatillas, una biblia ... y si además eres cazadora no debes olvidar el arco, cuerda de repuesto y doscientas flechas en su carcaj.
Aunque, a veces, los que somos de ciudad demostramos cierta habilidad natural para movernos en la selva ...

lunes, 5 de noviembre de 2007

Ojos cerrados

Fuí injustamente desposeído del triunfo en el certamen Juromarem, pero insistiré hasta conseguir el laurel de la fama. Yo, Amenofis Fernández, poeta innovador y revolucionario participaré de nuevo esta semana con un texto que no puede ser otra cosa que triunfador. En esta ocasión renuncio a los cuartetos alejandrinos y a mis tercetos que quedarían fuera del reglamento del concurso y participaré con un "Cuarteto en Prosa". Creo que es el primero que se presenta ... en el mundo. A nadie salvo a nosotros, los miembros de Juromarem, se nos había ocurrido antes ésto de los cuartetos en prosa. Allá va ...

Ojos Cerrados

Acurrucado junto a tu ventana esperé a que cerrases los ojos. Me asomé para verte dormida. Una teta salía del camisón. Entorné los míos.




Pintura extraída de www.ballezarte.com.ve

sábado, 3 de noviembre de 2007

Memoria histórica

Anteayer se aprobó en el Congreso de los Diputados la llamada ley de la Memoria Histórica. Ni tan siquiera un intento de hacer justicia con los innumerables crímenes cometidos durante la guerra civil y la dictadura franquista que sin embargo ha sido merecedora de feroces críticas por parte de los que se beneficiaron de aquellos crímenes y sus herederos.

Es verdad que desde el bando republicano se cometieron atrocidades. Y las víctimas de aquellas atrocidades han disfrutado de homenajes, prebendas y satisfacciones morales y económicas que no repondrán la vida de las víctimas, pero sí que habrán hecho mucho más llevadera la de los supervivientes. Además de eso, los grandes criminales han seguido mandando, disfrutando del expolio y de la posición obtenida por la fuerza durante la guerra y la dictadura. Nadie les ha juzgado por sus crímenes, y el fruto del expolio sigue rentándoles sangrientos dividendos.

Mis muertos, los de mi familia, están enterrados en fosas comunes. No han tenido homenajes, ni prebendas, salvo el recuerdo de los que ni siquiera podían nombrarles en la calle ante el temor de ser víctimas de nuevo de la ferocidad fascista.

El siguiente relato está basado en hechos reales y algunos otros basados en una realidad repetida por toda la península en multitud de ocasiones. Mi tío murió fusilado con 18 años acusado de leer los boletines de CNT a los jornaleros de mi pueblo. Sigue enterrado en una fosa común, sin homenaje alguno.



Nada más levantarse, cinco de la mañana, comenzó el ritual. El pantalón de fieltro, la camisa, la casaca, el manto. Los correajes, las botas, el tricornio. Fuera, en la improvisada cantina, ya olía a café, pan y aceite. Un cosquilleo especial le atenazaba el estómago. Nada inquietante para López, que ya otras ocasiones se había enfrentado a la muerte ajena. Cierto que en esta ocasión era ligeramente diferente, aunque tan sólo por el pequeño detalle de que la hora estaba escrita desde hacía algo más de un día. Desde que el Comandante Militar Vázquez dictase “Sírvase entregar a la Guardia Civil a los detenidos que al margen se relacionan”.


A las seis y media de la mañana, al alba de aquella jornada primaveral, se colocaría entre un puñado de compañeros, mosquetón preparado, para su primer fusilamiento. Él mismo y el jefe del pelotón, el Alférez De Diéguez, fueron voluntarios para cumplir esta misión. Era extraño que alguien del Ejército mandase un pelotón de la Guardia Civil, aunque en aquellos días de cosas extrañas el que los falangistas asumiesen el mando en cuanto olían sangre no sorprendía a casi nadie.


López, número de la Guardia Civil, quería dejar de serlo. Era inteligente, y tan sólo unos días después del golpe sabía que siendo arrogante, criminal y osado conseguiría un futuro en ese cuerpo compuesto desde su fundación por arrogantes, criminales y osados. La Guardia Civil, desde su creación en el siglo XIX, fue concebida como instrumento de terror y represión contra el campesinado andaluz. López, hijo de labradores, desertor del arado, abrazó las armas sabiendo desde el primer día que tendría que descargarlas contra sus propios hermanos. No sabía aún que la furia descargaría con más rabia que nunca tan sólo semanas después de colocarse el primer tricornio.


Pronto tuvo oportunidad de oler la sangre de los trabajadores. El mismo día 19 asaltaron el Ayuntamiento. El Alcalde, jornalero con letras, murió en el tiroteo. El alguacil también. Los dos concejales que fueron a defender el orden republicano se rindieron después de terminada la escasa munición de sus escopetas de caza. Cuando el Alférez falangista disparó sobre la nuca del zapatero arrodillado miró orgulloso a los guardias. López golpeó con la culata de su mosquetón al otro hombre, en el que reconoció al hermano de esa chica que estuvo pretendiendo hasta que éste, precisamente éste, le impidió pasear con el joven guardia. “No es trigo limpio, Teresa. Cualquier trabajo es mejor que empuñar un arma”. Pidió permiso con la mirada y el falangista le tendió su propia pistola, aún humeante. Salieron juntos, camaradas brazo al hombro, de aquel pequeño despacho oficial. Los otros números se asomaron a la ventana sobre la plaza, arrancaron la tricolor para colgar la enseña rojigualda que llevaban en la mochila. El símbolo del Rey volvió a ondear en aquel pueblo de señoritos y esclavos.


Francisco Sánchez hacía repaso de sus pecados junto a los barrotes de la celda en la que llevaba tres días hacinado junto a los demás. No había muchos, no había tenido tiempo de pecar demasiado, tan sólo hacía dieciocho años que vino al mundo. Llegó a la conclusión de que lo que le llevó allí, leer, no era merecedor de aquellos días de agonía, aquellas palizas sin sentido, aquellos insultos. Francisco aprendió a leer en las escuelas nocturnas implantadas en los pueblos durante la república. Su maestro estaba allí con él, sentado en una esquina con los anteojos rotos desde el primer día. Francisco esperaba que el hecho de compartir con los jornaleros analfabetos la lectura del boletín de la CNT no le llevase al pelotón de fusilamiento.


El maestro le decía que precisamente eso, leer, era lo que más temía el enemigo. En aquellos días de prisión, en los que todos hablaban de los que quedaron fuera, mujeres, niños, novias, madres, el maestro se empeñaba en contarles el día que compartió con Federico García Lorca y los poetas de La Barraca, el mejor día de su vida.


Se abrió la celda y les fueron nombrando, “Antonio Guerrero, José Aguilar, Francisco Sánchez, ... Pedro Arjona, a la puerta” , entre ellos comentaban que esta vez era demasiado temprano para los interrogatorios, que quizá les liberaban. Cuando comenzaron a subir al camión y enfilaron el camino del cementerio todo cobró sentido de manera brutal. Los culatazos hicieron callar los gritos desesperados y los intentos fútiles de saltar del camión.


Frente a la tapia, delante de la fosa recién excavada por ellos mismos se alineó el pelotón al mando del Alférez Diéguez. Tras el preparen, apunten, fuego hubo centésimas de indecisión salvadas por López, el primero en disparar, el primero en recargar el mosquetón y el primero en acompañar a Diéguez en las patadas a los cuerpos, señalando quiénes necesitaban el tiro de gracia del falangista.


Francisco Sánchez yace aún en esa tumba común, entre polémicas sobre si debe o no ser desenterrado para ser honrado ante sus familiares.


El Comandante López, que dejó de ser número a fuerza de pelotones y represión siguió ejerciendo su terrorífica labor envuelto en un halo de temor y respeto que terminó en una calle de San Sebastián cuando una pareja de vascos le disparó a la nuca. En el comunicado le recordaban como un torturador y maníaco asesino. Hoy tiene una calle en su pueblo, mártir de la democracia española.