miércoles, 27 de octubre de 2010

Olas de plata y azul

(Mierdirrelato escrito sin ganas, así salió)

Sobre el acantilado golpeaban las olas con cadencia rítmica, musicando de manera imperceptible a unos contertulios que eran ajenos a las bellezas del paraje, a la intrínseca poesía del momento, a la música del mar y a cualquier otra cosa que arte pudiera parecer.

- Eh bueníssimo paisa, doble sero, resién llegao de Ketama, paisa. – Ahmed cortó un pedacito de la esquina del paquete, menos de una postura, y se la dio a oler a Paco, “el Bailas
- ¿Doble sero? ¿Doble sero? ¡Ehto eh henna de la mala! Tú tás creío que tás hablando con un pringao de los madriles. ¡Que soy de l’Atunara, chaval! – Paco, olía, repasaba, estrujaba el pedacito de haschis sabiendo que era chocolate del bueno, y que sacaría veinte mil euros por aquello.
- Te doy treh mil por todo – Ahmed hubiese gritado indignado, pero la solemnidad del momento, y la clandestinidad, le sugirieron ser prudente.
- No, paisa, no, tú quieres engañá al morito. Dame diesmí y te lo llevas aquí mismo.
- Ocho y cerramoh. – Ahmed ofreció la mano tendida por Paco y se dispusieron a cerrar el trato. Uno cogió el paquete y el otro los billetes.

Cinco minutos después dos coches abandonaron el apartadero sobre el acantilado, uno a levante, otro a poniente. Las estrellas titilaban en el firmamento, las olas emergían crestas de plata y azul que rompían sobre las orgullosas rocas colocadas por el destino, el Supremo Hacedor o quién sabe quién, pero sin duda lo hizo inspirado por la musa de la belleza. Paco sonreía, Ahmed se carcajeaba.

- Pringao, que pareses madrileño, ocho mil por cuatro kilos de henna!
- ¡Será tonto el moro, po no sá pirao sin mirah loh billeteh! ¡Que eran má farsos que loh der monopoly!


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