viernes, 21 de diciembre de 2007

Después

Imposible dejar de mirar tu fotografía. Imposible dejar de pensar en tí. Imposible dejar de leer tus cartas. Cada día espero algo nuevo en el correo. Cada minuto vuelvo a tus mensajes. Cada segundo vuelvo a tu foto. Cada instante te cojo la cara. Cada momento pongo tu mano entre las mías, la llevo a mi boca para chupar tus dedos. Beso tus ojos cerrados, te digo quedamente que te quiero. Te pido que escribas algo sólo para mí. Necesito algo tuyo, sólo para mí.


Y tú dices, "después". Y me llevas al baño, estás sudada después de correr por el parque. Quieres que me quede allí, mirando, esperándote. Y me impides entrar al agua, riendo, regañando. El jabón corre por tu cuerpo, mi mirada se pierde recorriendo su camino. Del bote a tus manos, de tus manos a tu pecho, a tu vientre, a tu sexo, a tus piernas, a tus lindos pies. Y yo muero por el momento en el que me pidas que te frote la espalda.

Cuando eso pasa mis manos tardan minutos que parecen suspiros acariciando tus hombros, tu espalda, tu culo, tus muslos. Y me regañas cuando un dedo se atreve a entrar más allá de lo que sería casto. "Aún no, golfo". Y miras hacia atrás y mi sonrisa es pícara, y sólo tiene como horizonte tus ojos. No puedo ver cómo, jugando, lanzas agua sobre mi pecho. "jajaja, tienes que quitarte la camisa, te pusiste perdido, ¿en qué piensas?, jajaja”. Mientras dejo mi torso a tu vista sales de la bañera, esperando que te envuelva en la toalla, que te seque, que te acaricie por sobre la tela suave, que me entretenga en tus pechos, tu espalda y tu sexo. Sí, ya también vale tu sexo. Pronto, abrazados caminamos hacia el dormitorio. En la puerta nos damos el primer beso de esta batalla, bocas, lenguas, dientes, corazón contra corazón.



Luego escribirás un poema para mí. Y me lo leerás desnuda, sentada en la cama. Y antes de que termines yo sabré que tendré que pedirte otro, y que anhelo que me digas "después"

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